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En las Simiotes eran Monstruos con cuerpo de león y cabeza de mono que aterrorizó a los habitantes de vallespir en la Edad Media. Salieron de los bosques para invadir pueblos y aldeas, sin miedo a los hombres. Estas diabólicas criaturas trepaban por los techos y descendían por las chimeneas. Se apoderaron de los niños y los secuestraron para devorarlos en las montañas.

¿Monos reales en las montañas de los Pirineos?

“Las crónicas posteriores al siglo X contienen el relato ingenuo de los terrores populares que invadieron la Europa cristiana al acercarse el año mil. La leyenda ocupa un lugar importante. Pero parece que el Vallespir fue especialmente probado en esta época. Sin duda experimentó una catastrófica inundación seguida de hambre.
Expulsados ​​de sus guaridas por el hambre y las inundaciones, los animales salvajes: lobos, osos, jabalíes, gatos monteses… deambulaban día y noche por el campo en lugares habitados y atacaban a las personas. A través de ellos nos pareció ver monstruos de extrañas formas, desconocidos en nuestras montañas.
Los antiguos cronistas y la tradición local los llamaban "simiots" porque parecían monos. 

Según Jean Ribes

¿Leyenda prestada de los romanos? ¿Hombres salvajes?

Algunas hipótesis se relacionan con un monstruo tomado del bestiario romano. Otros que serían los hombres salvajes o la supervivencia de los neandertales en los Pirineos (yeti). Además, durante la fiesta del oso, el hombre disfrazado de oso era, en un momento determinado, llamado Simiotes. Al final de esta fiesta, se afeita para devolverle su apariencia humana.
De todos modos la leyenda, quiere el Simiotes desapareció cuando llegaron las reliquias de San Abdón y San Sennen. Fueron traídos en un sarcófago (la Tumba Sagrada de Arles-sur-Tech) desde Roma por el Padre Arnulphe. Pero esa es otra historia…

El castillo de Simiots

Se dice que el Simiotes habían establecido su campamento en las ruinas de la Castillo de Rocabertí (En las Albères, La Jonquera). Un viajero sorprendido por una tormenta de nieve les pidió hospitalidad. Para calentarse, el hombre se sopló los dedos, lo que intrigó mucho al Simiotes. De pronto le sirvieron una sopa muy caliente, y lo vieron soplar de nuevo sobre la sopa, pero esta vez para enfriarla... Ante estos hechos contradictorios, el Simiotes llegó a la conclusión de que el viajero debía ser un mago y lo echó!

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